sábado, 9 de enero de 2010

Las cosas que uno deja de hacer. Parte I

¿Qué decían ustedes muchachos y chamaconas? Ora sí ya se le olvidó o de plano nos abandono sin decir adiós. Siento decepcionar a la competencia bloguera, que cada vez es mayor. Aquí estoy de regreso, más bien nunca me fui, andaba... como decirles... verás.... mmm... pos andaba entretenido con un montón de asuntos que ahora que vuelo a treinta y siete mil pies por encima del estado de Sonora, tendría que catalogar como muy suaves. La ultima vez que escribí, si mal no recuerdo fue también desde Hermosillo, si recuerdo mal, ya me daré cuenta y para ese momento ya no querré regresar a este texto para corregir. Así me gusta a mí pues, espontáneo, ¡jodidooou! Total que aquella vez festejaba mi cumpleaños número 26, a que festejos aquellos tan bonitos, ¿no, tu? Ando muy norteño hoy, disculparan ustedes escasos lectores fuera de la desértica tierra sonorense. Durante aquellos días de festejos, encuentros y des encuentros mis pensamientos se fueron sumergiendo o sambullendo pa seguir en tono sonorense, en una no tan profunda pero clara reflexión: “Las cosas que uno deja de hacer”, ¡surra mayate, jodioou! Esa no se la esperaban mas de madre, ¿no? Y que buen tema hoy que llevamos cinco días del iniciado, esperado y mentado 2010, año en el que festejamos, según nuestro gobierno y políticos que lo acompañan el centenario de la revolución y el bicentenario de la independencia. Pero que considerados, que buenas gentes, ¡que bárbaro! Darnos a festejar el bicentenario pa tapar un montón de hoyos de la carretera esa que se han encargado de llenar de baches a la que le llaman país. Hagan de cuenta que voy en un carro ahorita arriba de ella por las sacudidas tan requete bruscas que pega el pajarraco este. Resulta siempre inevitable soltar un codazo así como no queriendo la cosa a los jodidos esos sin vergüenzas, mano largas.... ya pues, ya.

(Aprendí hacer paella en este viajecito, por cierto.)

Decía yo: “Las cosas que uno deja de hacer”. Cuando lean esa frase agreguen una musiquita al final, un típico: ¡chan, chan, chan, chaaan...! Lo peor del caso es que uno no se da cuenta, pues. De pronto nos podemos encontrar pensando en lo felices que somos por hacer lo que hacemos, y por haber logrado lo que hemos logrado y cuando te detienes un momento a reflexionar serenamente te das cuenta que son más aquellas que no has siquiera empezado, es más, pa´ acabar pronto, que ni te has preocupado por empezar. En ese momento retumbó en mí un grande y sonoro: “¡A la beeeiiisss el payasooooon! “ “ Hoy puede ser un buen día...”, diría Serrat, pero no olvidemos que en la misma canción decía: “... y mañana también”. Y así, si te la llevas de mañana en mañana, ay te vas sumando meses, años, lustros... ¡cállate la boca! Así que tomé mi día para empezar, algún día fue del pasado mes de noviembre. Empezar ¿con que? ¿en qué? ¿pa qué, tu? Se preguntarán ustedes nuevamente, ijuelachingada como me gusta adivinarles el pensamiento, ¿no? Si le he de atinar yo crello, una que otra vez, ¿no?. Empecé ir al gimnasio, diario, nada de que dos veces a la semana, un día si otro no. No, diario voy. Pues si pues, es lo que les quiero decir, yo que me dedico a lo que me dedico que la mayoría de ustedes ya sabe, pos está cabrón descuidar lo que pa uno es la única herramienta de trabajo, única, inigualable e insustituible. Y hay ta uno, metiéndole cheve, carne asada, frijoles meneados, cheve, tortías, cheve, y vayan ustedes a saber cuanta cosa más. Y por si todavía no agarraban la onda, porque ya ven que luego nunca falta un atarantado, pos estoy hablando de la habitación del alma, de estas piernitas y esta panza que hay van poniéndose cada vez mas en su lugar, del cuerpo, pues. Del millo, no vayan a creer quel de nadie más, ¿no? Así que una vez iniciado en el gym, y ocupadas mis tardes en tareas de acodicionameinto físico, ocupare las mañanas para el acondicionamiento mental, dije yo. Y así me metí a estudiar inglés a las ocho de la mañana, igual, diario, nada de que nomas los sábados o con maestro a domicilio, no. Diario a las ocho de la mañana.


Esas dos cosas hice nomas. Y es a partir de esas dos cosas que una serie de eventos afortunados se suceden, eventos que relataré en la segunda parte de esto que les escribo. ¿Por qué creían que esta era la parte uno? Por lo menos aviso, no como los jolibudences esos que te dejan... te dejan... pos así como te dejan cuando ponen las letritas esas al final de la película... Continuará.

Clown para llevar Radio