martes, 16 de marzo de 2010

Las cosas que uno deja de hacer. Parte II. Para ti.

Las cosas pasan por algo, pues sí. Principio básico de la física: A toda acción corresponde una reacción. Y aunque generalmente aplicamos: “Las cosas pasan por algo” cuando nos referimos a algo positivo que nos ocurre como consecuencia de alguna buena decisión que tomamos, podría aplicarse perfectamente en el sentido contrario. Solo que cuando las cosas malas pasan no hay tiempo para dichos ni frases. Habrá tiempo para lamentos, patadas y moquetes, pero no para las palabras de alivio, que rara vez cumplen su función más de dos o tres minutos. Ahí sí son las acciones, no las palabras. Pero quién soy yo mis queridos lectores para venir a escribir, después de tres meses de ausencia, de física, de reacciones, de cosas y moquetes. Pues soy, nada mas y nada menos que el autor de este blog que está en proceso de remodelación al igual que yo. Sí mis estimados leyentes, desde hace unos días traigo un letrero en mi frente de franjas negras y amarillas que dice: “En remodelación, disculpe las molestias que esto le ocasiona”. Y aunque no tengo porque andar por la vida disculpándome, lo agrego como mera cortesía. Hace unos días un amigo mío me decía de la manera más simple cómo es eso de las remodelaciones emocionales: A ese polvito que dejas ahí sin limpiar encima de la tele porque te trae recuerdos hay que darle un trapazo, así, tajante y sin rodeos. Aunque no deja de sonar frío y despiadado, yo no podría haberlo resumido mejor. Así que fui a la comer, tenía que ser, y compre un buen trapo, de esos gruesos y absorbentes y comencé la tarea que mi querido carnal me había encomendado. Ahí estaba yo, mojando el trapo y dándole a todo lo que me encontraba, el problema es que una vez que das las primeras pasadas pasa lo inevitable, hay que regresar a la toma del agua mojarlo de nuevo y exprimirlo con fuerza para que vuelva absorber. Y ahí queridos leyentes, acabo de descubrir esa palabra y me gusto, está el meollo del asunto que inevitablemente me recuerda aquella frase que dijera el maestro Pedrito Infante en una de sus grandes películas, que si mal no recuerdo era: A toda máquina, “…el corazón es como una esponja, basta con que lo aplastes pa que se salga lo que tiene dentro” ¿Ya van agarrándome la onda? En algún momento la esponja tendrá que volver absorber. ¡Ah! Pero la esponja ya no es la misma… nooo. No podría serlo. Pero cuanto artículo de limpieza para describir sin describir lo que uno quiere describir sin describir.



Algo iba yo a decir de la música. ¡Ah, sí! Habrán notado, si no es la primera vez que pasan por aquí, que no está ya la antigua música que solía estar, en parte por el trapazo, en parte porque queriendo agregar la nueva canción que en este momento deberían estar escuchando, algo le moví al reproductor que se negó a tocar más. Por eso es que con este nuevo post hay también un nuevo reproductor. Me empeñé en que sonara Expiration Date para que leyeran lo que ahora les escribo.


Son pasadas las dos de la mañana y siento que no he dicho ni la mitad de tantas cosas que tengo tantas ganas de gritar y supongo que es mejor así. Seguiré, por lo pronto, gritándome a mí, jugaré a sorprenderme riendo solo, a oler de mis manos la sigilosa mirada, a esperar sin esperar, a dejarme fluir sin esperar, a temer con libertad.


Me abrazo ahora a los recuerdos de las últimas horas para romper los silencios que solo en sueños puedo romper.

Clown para llevar Radio