Dime si hay algo que importe. Vamos de aquí
para allá, nos arrebatamos los momentos. Nos buscamos en los aromas de tardes
demasiado transitadas y llenas de ruido. Compartimos el aliento y mezclamos los
sabores de vidas pasadas. Dejamos fluir los aires de amor que se esparcen al
toque de nuestras miradas. Se esparcen y los dejamos ir. Inflamos el globo del
alma y lo reventamos y lo volvemos a inflar. Me descubro a cada paso, cada paso
que he dado ahora me descubre. Soy solo una parte de lo que soy, de las sorpresas
que llevo guardadas y que tendrán esperar. Esperar como espero yo sin esperar.
Detente ahí, solo unos renglones más, quédate ahí. No dejes que las olas de lo
cotidiano se lleven tus ojos de acá, que no te harán daño el silencio y las
palabras. A mi también los monstruos me persiguen, también me hablan al oído,
se instalan a obstruir mis caminos pero se van cuando pierden mi atención. La
inigualable honestidad del desabrigo, del calor compartido, de las esencias que
se tocan y se enredan y se hablan. Se dicen lo que no podemos escribir, los
silencios que vemos equivocadamente como los errores de nuestra conciencia más
superficial. Ahí, mientras las almas conversan y se tocan están las verdades
más profundas.
No quepo en ciento ochenta caracteres, tengo
varios perfiles y mis letras no son para todos. Si te enseño la ventana y la
abres es porque algo hay para ti, no la cierres de inmediato, no prives tu
cabello de la brisa, respírala, disfrútala que nada malo habrá de suceder.
Hazlo sin prisa y sin perturbaciones, de cualquier modo yo no podré saber si
estuviste aquí.
Mis huellas han cubierto las tuyas sobre la
arena de mares azules. Azules infinitos donde no podrán topar nunca las dulces
sensaciones que me haces sentir.