lunes, 7 de enero de 2008

CAPITULO V

De como pasó el sonorense por tierras portuguesas...

Viernes 4 de Enero por la noche, un día más en Lisboa de convivir con el Abuelo, concluir la etapa de papeleos para finalmente conseguir la nacionalidad Portuguesa y una tarde con la Abuela para hacer frijoles meneados. Por la noche cena con los primos. Vernos y escucharnos con los sentidos más despiertos, nos encontramos nuevamente y empezamos a conocernos, a darnos cuenta por qué aunque estamos lejos son inevitables nuestras raíces, de tierras diferentes pero finalmente de la misma semilla. Hablé de cine, actores, películas con mi primo Diogo, estamos en el mismo barco, buscando canales de expresión. Con Gui no hablé tanto traían los dos el horario de Macao y estaban un poco adormilados, pero en fin, mi abuelo sacó la Champan, brindamos y nos reímos.
Sábado cinco, desayuno con la abuela, un clásico; pan con mantequilla y chorizo de carne, mejor en Portugal no existe. A la una de la tarde comienza el encuentro con los Martins, tía Manemane me llevó al encuentro de una familia que recordaba de pequeño, pero como a mis primos, empecé a conocer. Primas y primos de mi amá y el tío Alberto, increíble soñador de espíritu joven, empiezo a darme cuenta de donde viene la saudade por la que tanto me pregunta mi tata José Ramón. Si me enamoré del teatro por mi apá y el a su vez por mi tío Tavo y así sucesivamente por la sangre que corre dentro de los Galindo , viene algo también en la sangre de los Martins, que desemboca en mi por las manos de mi amá. Después de una buena comida, mi tía Cristina pasa por mi para ir al Casino de Estoril a ver un concierto de año nuevo de la Orquesta Metropolitana de Lisboa, ¡ah! Porque la más pequeña de mis primas toca el violín en la misma orquesta solo que en la categoría Jr. Bonito lugar y buena música. Más tarde a casa de mi tía y su esposo que es músico y que tiene al igual que yo sus juguetitos y un pequeño estudio en la azotea de su casa, me invita a tomar un vino verde y a concluir lo que el día primero a las seis de la mañana habíamos iniciado, eso no se los había platicado; el día primero cuando regresaba de la plaza de comercio en Lisboa mi tío y yo tocamos un rato y grabamos la sesión, así que este día la terminamos. Se imaginarán que después de festejar el año nuevo a las seis de la mañana las condiciones de interpretación no son óptimas pero si resultan muy divertidas, espero poder publicar en este espacio lo que resultó de aquella madrugada musical. Terminamos el vinito verde, que como dice mi tío era nuestro lunch y fuimos a cenar a un lugar increíble. El sótano de una gran bodega a la orilla del río de Lisboa, convertida ahora en un restaurante precioso. La cosa es así: Se sienta uno a la mesa y hay quince platillos, típicos portuguéses, disponibles; cinco de pescado, cinco de carnes y cinco de postres. El mesero se acerca con la charola y te sirve un poco de cada cosa. (Ama: ¡probé las almejas gigantes, una pasta con pescado y me gustaron!) Con el vino de la casa y el fado de fondo era imposible que no me gustara casi todo lo que probé. Cerramos la noche con unas cervezas en la marina de Oeiras, mi prima Elena, Pedro, Conchiña y tía Cristina. Perdón, empezamos a cerrar la noche, porque una vez que llegamos a casa de mi tía, la menor de mis primas, Conchiña, mi tío Luis y yo tuvimos una nueva sesión musical hasta las cuatro de la mañana que fuimos interrumpidos por una vecina que no conseguía conciliar el sueño.
Domingo seis. Caminé a casa de mis abuelos, tomé un café de pasada y a preparar las maletas. Mis abuelos me llevaron a comer a un restaurante muy bonito en Belem, Portugalia y después seguimos el recorrido familiar, esta vez en el corazón de Lisboa donde me mostraron las casas donde mis abuelos vivieron de niños visitamos al tío Meco, hermano de mi abuela. Una plática divertida aunque era difícil para mí entenderla, el portugués hablado tan rápido me resulta complicado.
Finalmente la estación de Santa Polonia, a tomar el tren rumbo a Madrid para de ahí tomar otro a Barcelona. Boletos que mi abuelo patrocinó y cuyo gesto agradezco de todo corazón. Así terminaron estos siete cortos días en Portugal, quedo muy agradecido sobre todo con mis abuelos que fueron muy amables y cariñosos conmigo y también con el resto de mis primos y tíos.
Estas líneas son un repaso mental que hice durante mi largo viaje de tren, nunca me había subido a uno y resultó muito porreiro ver el paisaje español desde la ventana de la cafetería del tren donde me tomaba una cerveza muito boa. Estoy ya en Barcelona donde me han recibido muy bien en su casa el Chango y Shaday. Ora si, toca el turno al payaso, veremos que tal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No tenías lana para un aguita en el avión pero si para una cheve en el tren ¿verdad? Jajaja... No te culpo.. así es como debe de ser! Te mando muchos besos y abrazos! Y ciídeseme mucho!!!

Anónimo dijo...

Celebro que esta corta estadia en Lisboa te haya servido para medio reconciliarte con su cocina y sus sabores marinos.
Paula Martins

Clown para llevar Radio